El departamento de Ica cuenta con cuatro provincias muy conocidas debido a su gran avance comparado con otros lugares del Perú, su índice de desarrollo humano es muy positivo si lo comparamos con otras provincias.

Chincha

Conocido como el corazón negro del Perú, como la llaman orgullosos sus habitantes, se ubica en la provincia más septentrional del departamento de Ica. Chincha es tierra de chacra y de sol, y de la gente más alegre de esta parte de la costa. Aunque la recorren, antes de ser devorados por las arenas, los ríos San Juan y Topará, ésta es una región rodeada de desiertos Topará, al norte, y Chunchanga, al sur. Ello, sin embargo, no es impedimento para que la provincia sea una de las grandes productoras de algodón, pecanas y cultivos de exportación. Sus playas son también concurridas, y constituyen un excelente preámbulo a las que se ubican algo más al sur, en la zona de Paracas.

Diego de Almagro fundó en sus términos la villa de Almagro, hoy desaparecida, y Alvaro Ponce de León, en 1571, la ciudad de Chincha. El crecimiento de esta provincia empezó en el siglo XVII, pues durante esa época se asentaron en sus términos importantes haciendas, para las cuales se importó mano de obra esclava. Los descendientes de estos africanos han contribuido mucho a las artes populares peruanas y hoy Chincha es un destino obligado para quienes quieran conocer el folclor nacional costeño.

Durante el siglo XIX, con el auge de la explotación del guano, cobraron importancia las islas de Chincha, y desde antes la tuvo el puerto de Tambo de Mora, desde el que se embarcaba el mercurio que se utilizaba en las minas de plata de Potosí. Hoy han crecido algunos poblados, como Grocio Prado, cuna de la beata Melchorita Saravia, muy venerada incluso fuera de Ica, y el distrito de El Carmen, que cuenta con una hermosa iglesia colonial y es muy visitado por sus fiestas, en las que predomina la música negra.

Entre sus atractivos se encuentran el conjunto arqueológico de Centinela y la hacienda San José, establecida por los jesuitas a inicios del siglo XVII y que hoy, primorosamente restaurada, funciona como hotel.

Pisco

Provincia litoral, que nace en las montañas que dan origen al río Pisco y que recorre la hermosa y accidentada costa de Paracas. Aquel lugar mágico de desiertos salitrosos y mar siempre azul, es, sin duda, la principal reserva natural de nuestro litoral. Sus cerca de 335 000 hectáreas se extienden desde la península del mismo nombre hasta la punta Morro Quemado, al sur de la bahía de la Independencia, protegiendo una extraordinaria diversidad de especies adaptadas a la vida en la estrecha franja que definen las arenas y las olas.

Provincia de Pisco

El nombre de la región proviene del término quechua písqu, que significa ‘pájaro’ y que tiene su razón de ser en la abundancia de aves guaneras en la zona. En sus tierras, Francisco de Caravantes plantó las cepas de vid traídas desde las islas Canarias, punto de partida de la importante industria del aguardiente de uva que ha dado fama mundial a su nombre.

Cerca de Pisco se halla la caleta de San Andrés, de pescadores artesanales y restaurantes que ofrecen productos marinos, y hacia Paracas, la enigmática figura del Candelabro trazado en la falda de un cerro que mira hacia el mar.

También dentro de la provincia de Pisco se encuentran las islas Ballestas, famosas por sus colonias de lobos de mar. Igualmente, la ciudadela de Tambo Colorado, centro administrativo incaico. No puede dejar de mencionarse que en Humay, pequeño poblado campesino de la provincia, nació Luisa de la Torre, la Beatita de Humay, que forma con Melchorita Saravia y el padre Guatemala la tríada de candidatos iqueños a la santidad de los altares.

Ica se extiende sobre un fértil valle y, no obstante su escasez de agua, puede considerársele una ciudad agrícola en crecimiento. Son abundantes los campos de algodón, pallares, espárragos, frijoles, pecanas y los viñedos. Estos últimos fueron antaño el cultivo más importante de la región, considerada la capital vitivinícola del país. De su rico pasado colonial es posible admirar algunas casonas, haciendas y el viejo edificio del Estanco, construido a fines del siglo XVIII.

La cara marina de Ica se llama San Femando: una impresionante zona costera que se oculta tras la vastedad del desierto, entre las ciudades de Nazca y Marcona. Las mayores loberías de la costa y el refugio de legiones de aves entre las que destaca el cóndor andino que se dan cita en este rincón para formar un espectáculo de belleza indescriptible. Playas pequeñas y numerosas puntas e islotes ideales para el buceo y la pesca. Éste es, sin lugar a dudas, un santuario de la vida natural. Incluso el propio naturalista Charles Darwin fondeó en sus aguas en un lejano 1835.

En los términos de esta provincia, famosa por su gastronomía, en especial sus dulces, se ubican algunas haciendas vitivinícolas de prestigio y tradición, como Vista Alegre, Tacama y Ocucaje. También, el pueblo de Cachiche, célebre por sus brujos y curanderos, sólo comparable, a este respecto, con Salas, en el norte (Lambayeque). También, naturalmente, la laguna de Huacachina.

Palpa

Palpa es la única provincia iqueña que no tiene mar y parece que a sus habitantes les molesta muy poco. Para los pálpenos, la cultura hecha trazos, líneas y espirales es parte de la vida misma. Aquí se respira olor a historia, tanto como en Túcume o Sipán, pero sin esa sensación a paquete turístico que, a menudo, acompaña a la industria sin chimeneas. Zona famosa por sus frutales (naranjas y ciruelas) y antiguos campos de algodón, además de por ser cuna de brujos y eximios curanderos. Vale la pena visitar la ciudad durante las fiestas de la cosecha de la uva y la ciruela (primera semana de abril), y durante el Festival de la Naranja (segunda quincena de agosto).

Palpa

Nazca

Nazca, la provincia más sureña del departamento, limita con Arequipa, al sur, y con Ayacucho, al este. Por sus áridas tierras corren, como delgadísimas venas en medio de una hoja marchita, los cursos estacionales de los ríos Grande, Ingenio y Nazca, antes de ser literalmente tragados por el desierto y sin poder llegar al mar. Su capital, Nazca, es una ciudad tranquila y apacible, cuya monotonía es rota con la llegada incesante de turistas del mundo entero atraídos por el misterio de sus alucinantes geoglifos. Las líneas de Nazca son más que motivo de orgullo para los habitantes de esta zona; son también el sustento de una industria turística que crece sostenidamente desde hace varias décadas.

Provincia de Nazca

Desde Nazca parte la ruta asfaltada a Puquio y Abancay, eje vial que permite llegar finalmente a la ciudades de Cuzco y Puno, en los Andes del sur. Hacia el suroeste de la provincia se encuentra la punta San Juan de Marcona, sede de la mayor mina de hierro del Perú, explotada por una empresa estatal china. Muy cerca se encuentra San Juan, la punta guanera que alberga la mayor población de pingüinos de Humboldt del país, además de una enorme colonia de lobos marinos y aves guaneras.